Para el escenario de una Pasión,
sólo se precisa de una ciudad como la nuestra.
De una calle que muera en un más allá...
Y de un río verde al que van a parar los Misereres.

Iglesia del Salvador y capilla de los Caballeros

Iglesia del Salvador


La iglesia de El Salvador se levantó en la baja Edad Media, cuando la ciudad vio aumentar su población y se expandió por el suroeste. Este templo, al igual que las otras iglesias que se edificaron en aquel tiempo, tenía una estructura muy simple; en este caso era de una nave amplia, con capillas entre los contrafuertes -según la tradición levantina-; estaba cubierta con armadura de madera y una torre de planta cuadrada se elevaba a los pies.

En el siglo XVI, el barrio de El Salvador continuó creciendo y, en ese sentido, es muy significativo el hecho de que, en 1534, cuando se llevó el agua a la ciudad, se pusiera una fuente en la puerta de la iglesia de El Salvador, para así abastecer a este barrio, en el cual tenían su morada familias tan notables como los Valdés.

A lo largo del siglo XVI, se hicieron diversas obras en la fábrica gótica, siendo las más importantes las que se llevaron a cabo, en los últimos años, en la capilla mayor y en la sacristía, en las cuales trabajaron activamente los maestros de cantería Pedro de la Vaca, Pedro de la Viña, Martín de Mendizábal el Viejo y Toribio de la Haza. Hay que destacar la labor del maestro de cantería Diego Gil, el cual cubrió la iglesia con una nueva armadura de madera, así como la sacristía y dos capillas. También en el siglo XVI, el edificio se amplió con la construcción de capillas a ambos lados de la nave y sabemos que Isabel de Moya, Juan del Collado, el regidor Alonso de Luna y los Justinianos tuvieron aquí su capilla, y que las dos primeras estaban presididas por retablos pintados por Juan Gómez de Mora, sobrino de Francisco de Mora.

Sin embargo, la obra de mayor envergadura y que iba a afectar más a la estructura del edificio, ya que se modificaba su cubierta, se realizó en el siglo XVII, concretamente en el año 1656. En efecto, la nave, que tiene gran amplitud y altura, se cerró entonces con bóveda de medio cañón, perforada por lunetos y reforzada con arcos fajones que arrancan de pilastras. En su construcción, según se estipulaba en las condiciones, se empleó piedra toba. Fue diseñada por Juan del Pontón, que era maestro de obras del Obispado, y el dibujo se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Cuenca. Esta obra se ejecutó a iniciativa de los regidores Mateo Carnerero y Pedro González de Aragandoña, que eran los prebostes del cabildo de la Virgen de la Soledad. Este cabildo también tenía su capilla en esta iglesia; y nos consta que en 1669 la cerraron con una reja diseñada por el Arquitecto José de Arroyo.

Asimismo, en el siglo XVII, se realizó la portada del templo. El arco de medio punto de la puerta no está bien encajado entre las pilastras lo que la hace excesivamente plana. El remate se reduce a un frontón triangular, quebrado y roto por una hornacina, que guarda la escultura del titular de la iglesia. Su decoración es a base de dados y bolas. 
A principios del siglo XVIII, la capilla del Santo Sepulcro fue completamente remodelada. Está cubierta con cúpula, terminada en una linterna, y en su ornamentación se combinan los motivos geométricos, muy planos, con temas vegetales, más carnosos y de mayor relieve. Esta capilla pertenece al Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca (y, hasta tiempos muy recientes, se les armaba caballeros en ella).

En el siglo XIX, la iglesia de El Salvador cobró especial relevancia al absorber a los feligreses de otras parroquias; razón por la cual se decidió su reforma en el año 1863. Se encargó de la misma Juan José Trigueros, arquitecto diocesano, quien, en unos dibujos muy cuidados, nos muestra las actuaciones que proyectaba acometer, y que afectaban principalmente al exterior del edificio. La mayor novedad del proyecto de Trigueros consistía en trasladar la torre a la cabecera del templo, y en disponer la fachada principal en el lado oeste. La portada, un tanto clasicista, la revestía con una monumentalidad de la que había carecido anteriormente.

Esta idea, sin embargo, no se materializó hasta 1903; y ello de acuerdo con un plan, pero mucho más simplificado, ya que sólo se actuó en los pies de la iglesia, concretamente en el coro y en la torre. Los trabajos se ejecutaron con toda celeridad, pues en agosto de 1903 Luis López de Arce presentó el proyecto definitivo de la obra a realizar y dos años más tarde, la torre ya estaba en pie. Se trata de una torre muy ecléctica, neogótica, de piedra y ladrillo, con extrañas resonancias mudéjares, en la cual se pueden rastrear fuentes muy diversas, tanto en el tiempo como en el espacio. Su ambigüedad decimonónica pesa palpablemente en el conjunto exterior del templo.


Capilla de los Caballeros, Iglesia del Salvador

[1]Desde los años 70, nuestras Sagradas Imágenes fueron trasladadas a esta capilla desde el lugar que antes habían ocupado, delante de los pilares en los que se apoya el coro alto de la iglesia. 
La capilla de los Caballeros, desde los primeros años del siglo XVII, venía siendo propiedad del cabildo de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz, después de haber sido adquirido por éste a sus antiguos propietarios. Antes de ello, las imágenes recibían culto, como se ha dicho, frente a los pilares del color de la iglesia, y hasta allí habían sido trasladadas unos años antes desde su primer ubicaciñon en la capilla de Jesús Nazareno, en sendos nichos que se encontraban uno a cada lado de la capilla. Sin embargo, la nueva junta directiva que por entonces había entrado en nuestra hermandad, pensando que dicho espacio no era lo suficientemente digno para las tallas titulares, se propuso como una de sus metas principales la de trasladarlas a otro más adecuado, consiguiendo la autorización por parte del cabildo de caballeros que debía correr a su cargo con la hechura de un altar del mismo estilo que el que ya era propiedad de la hermandad del Cristo de la Agonía. 

La adquisición de la antigua capilla que había sido fundada por Juan de Moya, por parte del cabildo de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz, que había sido creado a mediados de la centuria anterior en el sedo del cabildo conquense de Caballeros y Escuderos aún cuando este hecho no debe ser interpretado cmo una completa identificación de ambos institutos, con el fin de organizar la procesión penitencial de la noche del Viernes Santo, parece enmarcarse también en el proceso reconstutivo de la iglesia del Salvador que se había iniciado a finales del siglo anterior. Así, en 1603 los hermanos Fabián y Cristóbal Valenzuela y Jerónimo Agustín de Cuéllar, en representación del cabildo, firmaron con los representantes de la parroquia, Luis Serrano de Arévalo y Alonso de Soria, una concordia para el reconocimiento final de la nueva titularidad de la capilla. 

En 1664 José de Arroyo vino a cuenca con el fin de realizar la nueva fachada de la catedral, pero hay estudiosos que defienden la posibilidad de que fuera el mismo José de Arroyo el que interviniera en la realizaciñon de la propia capilla, basándose para ello en el análisis comparativo de la decoración de ésta con la utilizada en algunos detalles de la fachada catedralicia, así como en la intervención documentada del arquitecto madrileño en la obra de rejería. 

Esta obra de mediados del siglo XVII es la que conforma la estética definitiva de la capilla, tal y como se observa a partir de un análisis visual de la misma en la actualidad: "dividida en dos secciones, una recta, que sirve de entrada a la capilla propiamente dicha, que tiene aproximadamente la misma longitud que las otras tres capillas que se encuentran en ese mismo lado; y otra de planta circular, terminada en cúpula con linterna apoyada sobre pechinas con adornos barrocos".

Una última descripció de la capilla está datada en 1787, y corresponde al Diccionario Geográfico Estadístico de Tomás López: "En la misma parroquia se halla fundado el año mil quinientos sesenta y cinco la célebre y venerable hermandad de los caballeros distinguidos de esta noble ciudad con la advocación de Nuestra Señora de la Soledad, con su capilla construida y hermoseada a sus espensas, con colgaderas de damasco carmesí, siendo su obligación sacar la procesión lucida de Christo Nuestro Señor, con su efigie y la de Nuestra Señora de la Soledad, acompañándola el cabildo de curas y beneficiados, y de sacerdotes, con la comunidad de religiosos de San Francisco de la observancia, el Viernes Santo por la tarde de cada año, a sus espensas, contribuyendo sus gastos el preboste nombrado y, en su defecto, sus individuos".

[1]Texto extraído del libro Historia de la Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol, de Julián Recuenco Pérez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario